Iberoamérica se enfrenta a una transformación sin precedentes, y desde 2018, los cambios han sido vertiginosos. En este contexto, la OEI ha demostrado una capacidad única para adaptarse e innovar, actualizando su agenda y objetivos para seguir siendo un referente en la región. A través de proyectos educativos, culturales y científicos, promovemos la inclusión, el multilingüismo y los derechos humanos, impulsando el desarrollo sostenible y el progreso social. En nuestro 75º aniversario, reafirmamos nuestro compromiso con una cooperación real y efectiva, trabajando mano a mano con gobiernos, instituciones y la sociedad civil, para que la cooperación no sea solo un ideal, sino una realidad tangible.

Continuamos desarrollando proyectos educativos desde la etapa infantil hasta la educación superior y la formación profesional, con énfasis en la calidad educativa, la innovación docente, la digitalización y la educación inclusiva. En educación superior y ciencia, consolidamos la digitalización e internacionalización universitaria, promovemos la investigación, la divulgación científica y la transferencia de conocimiento en la región. En cultura, apoyamos la diversidad cultural y creativa iberoamericana, protegiendo derechos de propiedad intelectual y fomentando el desarrollo económico sostenible. En multilingüismo, impulsamos la cooperación internacional del español, portugués y lenguas originarias, promoviendo interculturalidad y bilingüismo. En derechos humanos, democracia e igualdad, trabajamos para contribuir a la convivencia democrática y a la cohesión social en Iberoamérica, con un impulso a la educación ética, en valores democráticos, promoviendo sociedades inclusivas y tolerantes, diversas, plurales e igualitarias.

Trabajamos en la integración iberoamericana, que es uno de los objetivos fundacionales de la OEI, porque estamos convencidos de que esta no se trata solo de un objetivo político, sino de un factor decisivo para nuestro progreso social y económico; y, lo que es muy importante, solo se construye con políticas reales como son el incremento del comercio interno, la movilidad académica o la investigación compartida, entre otras posibles.

La OEI, desde su Instituto Iberoamericano de Formación y Aprendizaje para la Cooperación, sigue apostando por la formación de líderes y sociedades a través de programas adaptados a las necesidades locales, con modalidades virtuales, híbridas y presenciales. Gracias al conocimiento de la OEI en la región, ofrece una formación pertinente y de alta calidad, colaborando con gobiernos, administraciones y expertos internacionales. El instituto prioriza el uso de tecnologías emergentes y la inteligencia artificial en la educación, mientras fomenta la generación y difusión de conocimiento mediante estudios e investigaciones que impactan la toma de decisiones en la región.

Por último, creemos que la mayor novedad y el mayor impulso innovador lo encontramos en la transformación digital y en la inteligencia artificial (IA), emergentes antes de la pandemia que, después de ella, irrumpieron con la mayor fuerza imaginable en todos los ámbitos. La OEI la toma en consideración en un doble sentido: como un objetivo global de desarrollo y seña de identidad de la nueva cooperación y, a su vez, como un factor transversal que permea toda nuestra actividad en sus diferentes áreas de actuación, tanto en educación como en ciencia, cultura, desarrollo social o derechos humanos e igualdad y, de manera especial, en la formación para la cooperación y en la gobernanza pública.

La diversificación de la actividad de la OEI ha sido la natural reacción innovadora para dar una respuesta actualizada desde los ejes centrales de la OEI y para posibilitar una respuesta eficaz a las demandas de unos países en transición: si nuestra actividad hace bastantes años respondía a un modelo de cooperación norte-sur, hoy, cuando se cumplen setenta y cinco años desde nuestra creación, como entidad decana del sistema iberoamericano nos regimos por un modelo de cooperación sur-sur. Esto lo materializamos a través de nuestras oficinas en diecinueve países de la región, además de la Secretaría General en Madrid, desde las que cuatrocientas personas trabajan en la ejecución simultánea de cerca de seiscientos proyectos anuales,  haciendo posible que la cooperación suceda.

La extensión y fortalezas de la OEI se deben a su capilaridad, a través de 19 oficinas en los países, al proceso de renovación y diversificación llevado a cabo durante los últimos años, pero también a la política de alianzas multi-actores que hemos desarrollado. Con frecuencia decimos que no hay un solo proyecto, de los cientos que desarrollamos, que lo ejecutemos en solitario: todos y cada uno los hacemos junto con nuestros gobiernos, la sociedad civil, la cooperación europea e internacional, el sistema de Naciones Unidas, la banca multilateral o empresas, entre otros. Un conjunto de alianzas que nos ofrece sinergias de todo tipo, fortalezas, visibilidad, reputación, y, sobre todo, impacto en el territorio.

Este texto se nutre especialmente del trabajo de los profesionales de la OEI, dedicados a mejorar las oportunidades de vida para millones de personas beneficiarias de nuestra acción para que, lejos de retóricas, hagamos que la cooperación suceda. Respondemos, así, a un momento en el que la transformación digital es el eje y medio de la nueva cooperación, estableciendo objetivos y acciones concretas.

Personalmente es una enorme emoción programar las actividades de la OEI celebrando su 75 años de existencia y con la consecución del Premio Princesa de Asturias a la Cooperación Internacional 2024 que reconoce “su fructífera labor de fomento del multilateralismo iberoamericano y por representar un significativo puente en las relaciones entre Europa e Iberoamérica”.